El proyecto plantea preservar el legado arquitectónico y cultural de una antigua carpintería, cambiando el uso y transformándola en una vivienda bioclimática. Se mantienen la esencia volumétrica y constructiva originales mejorando la eficiencia energética, habitabilidad y funcionalidad del espacio.
El gran volumen interior se coloniza puntualmente en planta primera dando prioridad a las dobles alturas, generando una sensación de amplitud. Se incorpora una pasarela flotante sobre el salón que une las dos alas de dormitorios en planta primera, dotando de independencia e intimidad las estas estancias.
En cambio, la intervención en planta baja se minimiza, dando protagonismo a la envolvente original y permitiendo un espacio fluido y amplio. Se introduce un sutil juego de plataformas que permite conectar progresivamente el acceso desde la calle, con el jardín, mucho más bajo originariamente y desvinculado del espacio interior.
Es una planta abierta, aunque el juego de niveles proyecta fronteras invisibles diferenciando los ambientes de entrada, salón, comedor, cocina y despacho.
Los antiguos portones a norte se convierten en grandes ventanales que proyectan las perspectivas hacia el exterior, generando un efecto multiplicador del espacio habitable y difuminando la frontera interior/exterior. En una región como Murcia, con trescientos días de sol al año, la conexión de la casa con el jardín resulta esencial.
El juego de cubiertas de grandes cerchas, similares a las originales, rinde tributo a los orígenes del edificio como carpintería y permite introducir ganancias solares en todas las estancias.
Las nuevas aperturas a fachada sur también aumentan las ganancias solares del conjunto permitiendo utilizar la energía solar como principal fuente de calor para el invierno con único apoyo de una estufa de leña.
La luz dota de profundidad a las estancias y juega con los espacios, variando la manera de incidir a lo largo de las horas del día y de las estaciones. El uso de la madera fomenta además la sensación de calidez y confort.
En el jardín, ejemplo paradigmático de la tradición mediterránea, se rehabilita la alberca dotándola de un carácter lúdico. El porche conecta la alberca y el pozo con la vivienda, convirtiéndose en piezas clave del mobiliario exterior.
Los olivos centenarios situados a distintos niveles evocan los aterrazamientos de la agricultura levantina mientras el pozo nos recuerda la tradición vernácula de casa patio.